Un pequeño reportaje del solomoto...
A primera vista puede parece que este Aprilia no sea más que un Gilera
gp800 con un buen lavado de cara. Sin embargo, una vez lo tienes delante y lo conduces por carreteras sinuosas de la Toscana, te das cuenta de que el SRV 850 es algo más que un mero restyling…
Aprilia ha decidido incluir en su catálogo al scooter más potente y con mejores prestaciones jamás creado sobre la faz de la tierra. A algunos eso le puede parecer muy fácil, porque en las filas del Gruppo Piaggio ya se halla el
gp800, que es el que hasta la llegada del SRV ostentaba ese privilegio. Pero en realidad no ha sido tan fácil como parece, porque la firma de Noale no ha querido que esta nueva incorporación se basase en un mero retoque estético y en vestir al
gp800 con nuevos colores, sino que ha cogido el Gilera y lo ha mejorado. Lo ha dotado de una estética mucho más agresiva, menos voluminosa, y ha revisado todo el apartado técnico para mejorar en la medida de lo posible el comportamiento dinámico, acercándolo al estilo sport marca de la casa.
¿SRV o RSV?
El Departamento de Diseño de Aprilia ha tomado como referencia su modelo más exclusivo para darle forma al frontal del SRV. Así, tanto la triple óptica como las entradas de aire debajo de éstas y las líneas laterales del carenado beben de las fuentes de inspiración de la radical RSV4 -es el elemento distintivo más importante entre el SRV y el
gp800. Las dos luces en cada extremo del carenado funcionan a la vez (cruce), mientras que la óptica central está exclusivamente destinada a la de largo alcance.
La pantalla derivabrisas es muy baja y ahumada, al estilo de la deportiva V4 de la casa, y desde encima del scooter se nota poco protectora -aunque en opción existe una más alta-. De hecho, Aprilia se ha centrado tanto en darle el mismo aspecto al frontal, que los retrovisores son exactamente los mismos de la RSV4, con intermitentes, dejando de esta manera todo el protagonismo del frontal a la triple óptica.
También la zaga es completamente nueva y de aspecto mucho más dinámico que en el
gp800. En este caso, la fuente de inspiración ha sido la Dorsoduro 1200 y, como en ella, el SRV monta una luz de freno muy estrecha y afilada (con leds). En los laterales de esta tulipa hay un par de orificios que simulan unas salidas de aire, que le dan al conjunto un aspecto deportivo que queda enfatizado con la doble salida del escape.
En la parte central del scooter no hay cambios demasiado notables, sólo una salida de aire en cada lado que sirve para eliminar el calor que desprende el motor y, más concretamente, el cilindro posterior. Lo que sí ha mejorado es el asiento, ya que, además de un mullido muy cómodo y dos amplias y diferenciadas plazas, dispone de un respaldo lumbar que se puede regular longitudinalmente. Y bajo el asiento cabe un casco integral sin problemas. Se trata de un cofre que cuenta con unos buenos acabados; un amortiguador para aguantar el asiento abierto, luz de cortesía y toma de corriente de 12V.
Gilera era hasta ahora la marca con el scooter más potente del mundo, pero ya no, porque este SRV 850 supera, aunque por muy poco, al
gp800. La configuración del motor es la misma: bicilíndrico en V a 90º LC, SOHC y 8V. Sin embargo, el motor del Aprilia se ha optimizado en varios aspectos para que al final brinde una potencia de 76 CV (uno más que el Gilera). Se ha trabajado intensamente en el apartado electrónico para obtener mejores prestaciones, suavizar la entrega de potencia a bajas vueltas y mejorar el par a medio régimen.
Este mayor rendimiento se ha logrado gracias a que ahora dispone de dos nuevas sondas lambdas (antes una), lo que ha permitido que la mezcla de combustible se haya podido afinar más.
Al conducirlo no se nota ese aumento de potencia, pero sí puedo decir que la suavidad al abrir gas y al cortar resulta exquisita. En una conducción ligera por carretera te das cuenta de lo fácil que te lo pone este motor. Siempre me ha parecido una mecánica increíble. Las prestaciones le salen por las orejas, das gas y no para de correr. De regreso al hotel, por una autovía muy plana y libre de tráfico, me atreví a ponerlo a prueba. Tuve que hacer tres intentos, porque la distancia que dejaba entre el SRV que me precedía se consumía de forma vertiginosa en cuanto abría gas. Así que hasta la tercera vez, que dicen que va la vencida, y dejados muchos metros libres delante de mí, no conseguí ver la aguja apuntando los 210 km/h… y corté gas a esa velocidad, pero creo que este bicilíndrico de 76 CV me hubiese llevado más allá.
También las aceleraciones son muy efectivas, y no es casualidad que haya utilizado la palabra efectiva. Intenté una y otra vez hacer deslizar la rueda posterior en alguna salida de curva, pero el SRV no se quería cruzar, sólo empujaba hacia delante. Los Pirelli Diablo que monta parecen sujetos al asfalto con pegamento.
Mucho aplomo
Que el SRV 850 sea tan fiable en las salidas de curva se debe, primero, a los neumáticos que monta, pero sobre todo a que la suspensión posterior, pese a que peca de ser algo blanda para un deportivo, mantiene el neumático en constante contacto con el asfalto cuando no hay baches.
Cuando circulábamos en fila de a uno de camino a las carreteras de la Toscana, vi al periodista que me precedía pasar por encima de un tremendo bache, uno de esos que salen porque la raíz de un gran árbol lucha por avanzar bajo el asfalto. Pues bien, sabiendo que yo era el siguiente en pasar, apreté los dientes y me cogí fuerte al manillar (no me levanté porque un buen probador tiene que sufrir en sus carnes las consecuencias de unas suspensiones duras para poder criticarlas). Mi sorpresa fue que el amortiguador posterior absorbió sin rechistar el saliente -también la horquilla, pero donde se notan más los baches es en la espalda-. En ese momento pensé que el SRV más que un scooter deportivo era un GT increíble. De hecho, y aunque el responsable del proyecto SRV me comentó que el amortiguador posterior estaba en la posición más dura, de no ser por la poca protección aerodinámica de la pantalla, sobre el SRV uno se siente muy cómodo. Con los pies apoyados en la plataforma adelantada y los brazos en una posición semiflexionada, pudimos hacer cerca de 200 km sin paradas y sin síntomas de fatiga. Lo de la pantalla sí que se tendría que solucionar si se pretende viajar con el SRV, porque la poca cobertura hace que el viento incida directamente sobre el casco, provocando que se tenga que hacer fuerza con la espalda mientras las manos se aferran con más fuerza de lo deseado al manillar. Así que, aunque rompamos un poco con la estética deportiva, creo que sería conveniente escoger la pantalla alta que hay disponible como opción.
En algunos tramos de carretera me quedaba rezagado para poder apretarle un poco al gas y así ver si respecto al
gp800 se había mejorado en el aspecto deportivo. Lo cierto es que el motor, lo vuelvo a decir, me parece de lo mejorcito en el sector de los megascooters, por encima en prestaciones a cualquier otro del mercado, pero no pasa lo mismo con las suspensiones. Si estuviésemos hablando de un GT, no me quejaría, pero en este caso el SRV se vende como un scooter de espíritu deportivo, y en ese sentido hay que decir que las suspensiones son blandas, demasiado para mi gusto. Cuando te encuentras ante una curva y frenas con fuerza notas que el peso que se traslada al frente es muy alto, haciendo que la horquilla flanee y que se llegue a notar algo de escasez en la potencia de frenada -y eso que monta un par de discos con pinzas Brembo-. Esto obliga a tenerlo todo hecho antes de abordar una curva; el SRV es un scooter al que no le gustan las improvisaciones, y eso de frenar hasta mitad de la curva no es lo mejor que puedes hacer con él. En definitiva, hay que frenar y afrontar la entrada en curva sabiendo que lo que estás conduciendo pesa casi 260 kg, porque si entras muy fuerte y te encuentras un bache en mitad de la curva, éste hará que la horquilla delantera se mueva y te saque un palmo de la trazada. Esto no significa que sea un scooter nervioso, todo lo contrario, el SRV es lo más estable y aplomado que puedas encontrar en carretera, pero le pasa como a cualquier moto GT cuando te apoyas sobre la horquilla, es decir, cuando frenas o dejas de dar gas, que las irregularidades del asfalto hacen que el tren delantero se mueva, que flanee un poco, aunque sin llegar a comprometer la estabilidad.
El nuevo SRV 850 estará disponible en los concesionarios de la marca a partir de finales de este mismo mes, aunque por el momento el precio está todavía por definir. Eso sí, desde Aprilia nos han asegurado que estará entre los 9.300 y los 9.600 euros, una cifra que lo sitúa ligeramente por encima del Gilera
gp800, pero lo que preocupaba a Aprilia era situarse por debajo de la competencia real, y eso sí lo han logrado.
muy cara?
Cuando paro en el semáforo, condigo desviar miradas 
ya veremos que de esta gente de las revistas no me fio nadaa
